La comunicación es un derecho fundamental del hombre y una de la manifestaciones más liberales de la sociedad, pues constituye la mejor garantía para la interacción social, es una necesidad humana que se realiza en la convivencia y en los proyectos e ideales del colectivo. Más esto no implica realmente que las personas estén mejor ni más comunicadas, ni que las interacciones también lo sean.
Desde una dimensión semiótica, la comunicación pública y política se han centrado más en divulgar lo que hacen el poder o la farándula que en darle visibilidad al ciudadano quien es al final el afectado de las decisiones políticas.
Pero con este aspecto de ser un derecho y promueve la interacción social, ¿qué tanto beneficia a las mujeres? Que tan protagónicas son en este aspecto? Porque si de por sí ya se está enmarcando que el ciudadano no tiene visibilidad, que tan visibles son las mujeres en su papel de ciudadano?
Porque hay que ser realistas, aunque él marco jurídico de las sociedades democráticas, y en el caso mexicano que será el analizado, se estipula una igualdad entre hombres y mujeres tanto en derechos como obligaciones, que tanto se respeta eso? ¿En qué ámbito se ejerce y respeta al cien por ciento? En ninguna, ya que la desigualdad de género se replica en todas las instituciones sociales.
En la educación? No del todo, ya que en situaciones de pobreza estadísticamente las niñas reciben menos oportunidades para estudiar y las enfocan más a tareas del hogar.
Laboral? Tampoco, ya que igualmente estadísticas revelan que una mujer gana menos que un hombre aún cuando realicen el mismo trabajo.
Política? No, ya que aunque la ley electoral estipula que los partidos deben de cubrir una cuota de género en cuanto a cargos de elección popular, muchas veces se trata de una pantalla, ya que posteriormente y misteriosamente ellas dimiten del cargo y su suplente casualmente es un hombre, o bien en el caso de la Cámara de Diputados aunque hay una paridad de género analizando la situación de las mujeres aquí, se da uno cuenta que de cierta manera también son excluidas y que son asignadas a comisiones de tipo social como educación, cultura, medio ambiente, etc, y no lo son tanto a comisiones de «poder» como presupuesto, seguridad, desarrollo metropolitano, entre otras. Demostrando así un claro sesgo, ya que aunque hay una representación descriptiva clara, no sucede lo mismo en el caso de la representación sustantiva. Lo cual es destacable ya que no permite que las mujeres incidan de manera importante y directa en las decisiones importantes.
De iguala manera y en el caso de los cargo de elección popular, la representación de la mujer en el contenido mediático cuentan con estereotipos que muestran a candidatas inexpertas, carentes de conocimiento, débiles de carácter, etc, una representación que definitivamente estereotipa y que puede derivar en la generación de juicios de las mujeres vinculadas a la política.
Lo cual puede ser ejemplificado perfectamente con la expresión «techo de cristal» lo cual se refiere justamente a esa barrera invisible que impide el acceso de las mujeres a ciertos puestos de escala social, directivos o cargos de elección popular.
Liderazgo y puestos de decisión? Tampoco, ya que las cualidades de liderazgo en general se construyen pensando en cualidades masculinas. Ya que tanto el patriarcado y el capitalismo generan esta desigualdad. Ya que en la política, como ya vimos, en la industria televisiva, radiofónica, periodística, las mujeres que cuentan son propietarias o cuentan con cargos importantes de dirección o toma de decisiones no constituyen un sector tan amplio, solo entre el uno y el trece por ciento del total.
Lo cual significa que las mujeres no tienen ningún poder de influencia en las decisiones en materia de administración y contenidos mediáticos lo cual repercute en la reproducción de los estereotipos sexistas que tienen un efecto pernicioso sobre la ciudadanía de las mujeres y su participación, que son marginadas de los sectores más importantes del capitalismo global.
Entonces como podemos ver el patriarcado y sus estereotipos, las etiquetas de un sexo y otro siguen muy presentes dentro diferentes ámbitos sociales, los cuales siguen determinando y limitando lo que una mujer y un hombre respectivamente deben o pueden hacer. Es por eso que se debe apostar por un cambio, por generar una socialización que deje de reproducir estos mensajes y que permita la introducción paritaria de las mujeres en todos los ámbitos permitiendo así nuevas perspectivas o posibilidades que lleven a una diversidad y un mejoramiento de la calidad de las cosas, un enriquecimiento total generado por ambos sexos o diferentes géneros.
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